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A mi Entender

Conversación con Abel Santamaría. Carilda Oliver Labra

Abel Santamaría, de René Mederos.

 

Miras, Abel,
sin ojos en la tierra.
Tu mirada viene de lo que no abandona la belleza.
Aquí está derramada
como cuidando el sesgo de tu isla,
la lucha del mar por sostenerla;
ayuda al balanceo de las palmas,
arremete nuestro miedo.
¿Quién le dice: párate;
quién la vuelve a esa cuenca desolada?
Miras, Abel
y se revuelve el hambre de los pobres.
Miras, y arde
la libertad de los hermanos secos,
enterrados a pulso
frente a los sinsontes.
Aquí convoco
tu córnea interminable
persiguiendo el mal con una lágrima,
la pupila
oráculo de tu hermana,
rebelde,
pariendo luz dentro del polvo.
Yo no me enluto,
yo no sollozo.
Yo oigo tu mandato
y me apoyo en ti como en un talismán,
como en un aire de yagrumas,
como en un himno.
Tú eres el único que ahora ve en las tinieblas,
porque aquí ya todos somos ciegos.
Danos tu mirada.
Es fuerte como la primavera del milagro.
Ampáranos con tu: ten mis ojos, Cuba.

1953 

(De su libro Los huesos alumbrados, La Habana, Letras Cubanas, 2004)

Abel Santamaría Cuadrado fue uno de los asaltantes al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953. De él dijo Fidel Castro: “Abel era el más valiente, el más recto, era honesto; no puede pensarse nada deshonroso de su persona. Quieren manchar su recuerdo, después que se ensañaron en él de la forma que lo hicieron, para luego asesinarlo.»

 verbiclara

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