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A mi Entender

La valentía como estandarte

La valentía  como estandarte


Bárbara Fortes


Por enseñar a leer y a escribir asesinaron el 26 de noviembre de 1961,al joven Manuel Ascunce Domenech,quien nació en la vivienda marcada con el número 62 de la calle Carmen Ribalta en Sagua la Grande.


 Es imposible  entender por qué quitarle la vida, a  quien era un adolescente todavía, por el solo hecho de alfabetizar a una familia, en las montañas del Escambray, durante la campaña de alfabetización en Cuba.

 
 A solo  pocos días para la culminación de este acontecimiento sin precedentes en nuestro país, un grupo de bandidos o alzados, llegaron a la casa del campesino  Pedro Lantigua,y se hicieron pasar por milicianos, lo capturaron a él y al joven maestro.
 La esposa de Lantigua quiso proteger al muchacho y dijo que este era su hijo, pero Manuel, con valentía les manifestó: “Yo soy el maestro”.

 
Al día siguiente se encontraron  los cuerpos sin vida colgados de un árbol.tenía el propósito de obstaculizar el éxito  de la Campaña de Alfabetización, que concluyó el 22 de diciembre de ese mismo año.
Pero los sueños de Manuel, se hicieron realidad, su casa natal se convirtió en el año 2000, en la sede pedagógica para la formación de estudiantes y profesores,como Máster y Doctores.


Actualmente con las transformaciones en el sector educacional se aglutinaron la sedes, Pedagógica Manuel Ascunce, la de  Cultura Física, y la municipal  Mario Rodríguez Alemán en un centro universitario único, con el nombre de este último, también, saguero ilustre. 

  Antonia Suárez,directora del  centro uiversitario municipal Mario Rodríguez Alemán  señaló que se forman 17 estudiantes,como técnico medio en enseñanza Pre Escolar,29 como licenciados en Instructores de Arte y continúa la superación del personal docente,con cursos de  post grado y maestrías. 

De la vida de Ascunce Domenech 
Manuel Ascunce nació en Sagua la Grande, de donde se traslada a temprana edad con la familia para la capital, aunque al decir de su hermana Marilola, Manolito siempre añoraba las vacaciones para regresar a su ciudad natal a jugar pelota, a las bolas, cazar tomeguines a la orilla del río, y tirarse en yagua de los acantilados. 
Muy joven ingresó en la Asociación de Jóvenes Rebeldes, y cuando se produjo la invasión mercenaria de Playa Girón, acudió de inmediato a su secundaria básica para hacer guardia y defenderla si las circunstancias lo requerían.

 
Durante la Campaña de Alfabetización no vaciló en separarse del hogar para marchar adonde fuera necesario." Era apenas un niño  igual que otros 100 mil jóvenes, igual que otras decenas y decenas de miles de niños y de jóvenes, hijos, por supuesto, de decenas y decenas de miles de familias, muchos de ellos, la inmensa mayoría, hijos de la clase obrera.» 

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