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A mi Entender

Conducta»: un filme para la reflexión

El largometraje Conducta, de Ernesto Daranas, es la más reciente producción cinematográfica rodada en el circuito de estrenos del país desde el 6 de febrero. Al cine-teatro Camilo Cienfuegos, de Santa Clara, llegó un día después de lo planificado.
   
Quizás este haya sido el motivo principal por el cual solo aproximadamente la cuarta parte de la capacidad de la instalación fuera ocupada para presenciar la proyección. Lo cierto es que cada espectador salió complacido después de los 100 minutos de duración del filme. Los aplausos que provocó esta obra de arte fueron el reflejo. Y no es para menos.

La sobrecogedora película se basa en la relación entre un niño de sexto grado que vive en un ambiente desfavorable, y su experimentada maestra. Traduce una realidad de la Cuba de hoy de manera excepcional. No se desvirtúa por carencias que han afectado a nuestro cine en los últimos años cuando intenta tocar temáticas similares. No busca criticar sin un sentido ni una dirección: busca la reflexión, la obliga.

A partir de la línea central del filme que presenta a un niño que tiene que «buscarse la vida» porque su madre tiene problemas de alcoholismo y drogadicción, surgen temas recurrentes que se convierten en un llamado de atención.

Más de una conducta se analiza en el filme. Salta a la vista el dogmatismo de dirigentes educacionales (puede ir más allá) incapaces de darse cuenta de que cada decisión tomada afectará a un ser humano, en este caso Chala, defendido por su maestra Carmela.

Por otra parte, se tocan fenómenos sociales como la migración interna, desde una óptica humanista; las familias disfuncionales; las ilegales peleas de perros y el amor a los seres queridos por encima de cuestiones políticas, sobre las cuales un niño no puede discernir.

El estudio de Martí y de la Patria también ocupa su lugar en el filme. Además, el «estruendo» causado por una estampita de la Virgen de la Caridad en un mural es una cuestión a destacar, pues ningún directivo se detuvo a analizar el porqué de aquella imagen en ese lugar.

Daranas logró transmitir en general un mensaje tan contundente de manera eficaz a partir del trabajo con talentosos niños, sin vicios teatrales, hábiles al marcar el ritmo de la trama. Los más pequeños se robaron al público con sus actuaciones naturales, a la altura de los actores consagrados que aparecen en la película.

Alina Rodríguez interpretó a la maestra Carmela, y Armando Valdés Freire logró un pequeño Chala con muchos matices.
   
Destacables los papeles de Alina Rodríguez al personificar de manera magistral a Carmela, la educadora experimentada, y el de Armando Valdés Freire, quien logró un pequeño Chala con muchos matices, capaz de sacarle al público, con la misma facilidad, una lágrima que una carcajada.

Gran fotografía de Alejandro Pérez, adentrándonos en esa Habana que también está, y en muchas ocasiones no vemos; esa ciudad decadente que a pesar de sus particularidades no deja de resultar encantadora. La bien lograda banda sonora sirve de apoyo a cada escena que necesitaba decir algo más que una palabra. El guión acertado del propio director conduce a la película por el camino correcto y le da el enfoque necesario a cada palabra, que en voz de los actores deja mensajes estremecedores.

Conducta mantiene atento al espectador de principio a fin. Es una película que tiene las credenciales para lograr marcar pauta en el cine cubano.

Esta obra en la que lo único que aparece al desnudo es el peligro que representa una situación social adversa en un niño, constituye un homenaje a esos educadores que hacen del magisterio algo más que una profesión, y lo convierten en un arte. (Andy Rodríguez Sánchez, estudiante de Periodismo)

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