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A mi Entender

David en las alturas

David en las alturas

A David Mederos Real lo conocen también en Sagua la Grande como “el gato”, sobrenombre adquirido porque sube y casi corre por los tejados de las casas, como si les conociera todos sus laberintos.

Con 77 años recién cumplidos manifiesta orgulloso este hombre de pequeña estatura, trabajador honesto, muy locuaz y con una sonrisa que no escapa a la picardía, la satisfacción  de tener un motivo para vivir en los techos.

Dice sentirse también feliz de poder ayudar a solucionar los problemas de tantas personas que viven en casas con techo de tejas, muy característicos de esta ciudad. 

“Me ha ayudado mi peso, de no más de 110 libras y mido metro y medio. Soy un hombre  bajito”.

De joven  se desempeñó como gastronómico y nunca imaginó dedicarse algún día a ser techero. Comenzó a aprender este oficio con un buen amigo albañil en la Planta Sandino, donde laboraba  como ayudante en la década del 70 del pasado siglo.

El secreto de este trabajo radica en no apurarse. Para hacer las cosas bien y ser muy detallista, porque si al terminar no hay belleza en lo que has hecho, es como algo a medias.

Saber caminar bien  por el techo, fijarse dónde poner los pies- nunca en las tejas- siempre sobre el alero y los tranques que aseguran la cubierta de las casas.

Es peligroso, remarca  David, subirse a un techo con todos los vericuetos que poseen. Pero después de casi tres décadas no le teme a las alturas y con el paso de los años se adquiere experiencia. Por supuesto, siempre es precavido, para  evitar un posible accidente. Por cierto no ha  tenido ninguno en todos los años dedicados a este oficio.

En ocasiones uno hace un trabajo y piensa que todo quedó perfecto y después del aguacero vienen a buscarlo.  Cualquiera falla, dice, aunque influye mucho el lugar de donde sopla el viento, de donde viene el agua. Esas son las goteras que  debutan inesperadamente.

En Sagua la Grande hay pocos techeros especializados, es una labor agotadora, hay que trabajar a pleno sol. Uno de sus  7 hijos, el joven Adrián, ya  es reconocido  porque sigue al pie de la letra los consejos de su experimentado progenitor.

David ha dejado las huellas de sabiduría de los tejados  en muchos lugares de la geografía del territorio como en el puesto de mando de la agricultura en Santa Clara, muchas viviendas en Cruces, Cifuentes, Ranchuelo, Calabazar y  cientos de viviendas sagüeras.

En julio y agosto se traslada hasta la playa Uvero y  presta sus servicios en la reparación de techos en  las viviendas de veraneo.

A la pregunta de por qué sigue sobre los techos responde  este pequeño gigante con firmeza: “en la casa no me gusta estar, me siento contento. Me ayuda a vivir”.

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