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A mi Entender

Jacqueline Arenal: Comunión de amor y profesionalismo

Recuerdo a la joven actriz que interpretó Sofía en El siglo de las luces -para mí de las más logradas películas de Humberto Solás-, una de las mejores interpretaciones de Jacqueline Arenal quien, aún sin graduarse del Instituto Superior de Arte, encarnó el extraordinario personaje creado por Alejo Carpentier.

Ella para mí también es Verena Contreras, la protagonista de Tierra Brava.

Pero, desde hace aproximadamente diez años, aunque disfruto con admiración a esta versátil actriz con una sólida formación teórica, la respeto aún más por ser la hija amantísima que atendió con tanta entereza y ternura a su padre Humberto. Lo afirmo porque vivo en el mismo piso donde durante la última década “el príncipe inglés” fue una presencia habitual.

Fui testigo de cómo su Jacque lo llevó a ver a Eleuterio Páez, en busca del Vimang; luego, desde Colombia, le mandó los medicamentos que mejor le podían hacer. Pero, más allá del apoyo material, lo que más me conmovió fue que Jacqueline siempre que tuvo una oportunidad viajó a darle una vuelta a su “Papito”, como le decía al reconocido escritor -incluso cuando murió, ella se había ido apenas unos días atrás.

¿Cuánto tiempo llevas en Colombia? ¿Puedes explicar cómo llegaste a la televisión de ese país?

Siete años y medio. Llegué acá sin buscarlo. Un día arribó un equipo de RCN Televisión a La Habana rastreando actores para varias de sus producciones. Fui elegida, entre otros, para viajar a Bogotá a presentar un casting dirigido a la telenovela Los Reyes. Resulté seleccionada para personificar a la antagonista del proyecto y comenzó así esta nueva aventura llena de descubrimientos y aprendizajes.

¿Has realizado otras novelas?

He hecho varias series y novelas: Mujeres asesinas, Verano en Venecia, Amor sincero, Scarlet y Mariana, Correo de inocentes, Las santísimas, La primera dama y otras más. En agosto, comienzo una nueva serie: La chica vampiro.

En todo este tiempo en Colombia o Cuba ¿has hecho cine?

Tengo muchas ganas de volver a hacer cine; he tenido aquí dos propuestas interesantes, Sin tetas no hay paraíso y El correo, pero ambas películas se rodaban mientras grababa dos proyectos para los que tenía firmados siete meses de contrato exclusivo y no pude participar en ellas. Tengo una propuesta fascinante con un director de lujo que aún no puedo revelar y también existe la posibilidad de hacer una película en Cuba, algo que me hace mucha ilusión.

¿Y el teatro?

El teatro es algo que también deseo mucho. Se hace a veces muy difícil por los extensos horarios de grabación. He tenido muchas ofertas para trabajar con el Teatro Nacional que no me ha quedado más que rechazar. Pero estuve en el Festival Iberoamericano de Bogotá y en el Festival de Teatro de La Habana con una obra muy importante para mí, Una historia de amor, escrita y producida por Enrique Carriazo y dirigida por Carlos Díaz.

Cuéntame de esa obra especial: tu hija Camila ¿será actriz?

Mi hermosa Camila quiere ser actriz, también estudia música y tiene grandes dotes para el canto. Fue finalista del concurso televisivo de canto Factor X y acaba de ser elegida mediante dos castings para protagonizar la serie Chica vampiro en la que debe actuar y cantar. La vocación de esta familia se define indiscutiblemente por las artes.

Repito una pregunta que te hice hace tiempo ¿quisieras hacer Doña Bárbara?

Doña Bárbara es un personaje que siempre me ha rondado y nunca he negado que me gustaría mucho llevarlo a la pantalla.

¿Qué personaje o personajes sueñas con interpretar?

Hay un personaje que siempre ha sido un preferido y todavía no ha llegado: Blanche Dubois; pero toda mujer que me preste sus conflictos, sus sueños y sus historias de vida, para darles cuerpo y alma en la escena o ante las cámaras, tendrá mis ganas y mi alma para darle voz.

¿Cómo anda esa melancolía por Cuba?

Mi nostalgia por Cuba siempre me acompaña. Por eso, cada vez que puedo voy a mi casa de Calzada a respirar de mi esencia y a llenarme del afecto de los míos. Y cada mañana voy a mi mar a darle las gracias y a pedirle todas las bondades y la fuerza que siempre me da. Acabo de regresar de La Habana que siempre es un regalo; solo que esta vez no estaba Humberto Arenal, mi adorado padre, esperándome lleno de profunda emoción en el aeropuerto, tratando de adivinarme ante cada apertura de la puerta de la sala de espera. Ya no me esperaba su abrazo incondicional. Ya no estaba mi “príncipe inglés” para contarme cuánto me había extrañado ni para escuchar cada secreto de mi corazón y proteger mi alma con su inmenso amor. Lo he llorado cada día desde que no está y he deseado tanto su presencia que a veces he creído que otro correo suyo llega a mí con su inconfundible “mi niñita adorada”. Pero debo aceptar que no está. Que lo disfruté por mucho tiempo y que su alma estará prendida de la estrella más brillante, a donde solo llegan las almas limpias; los grandes hombres.

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