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A mi Entender

Freddy Domínguez: “La telenovela no tiene por qué ser banal y frívola”

"Bajo el mismo sol". Foto: La Jiribilla

Freddy Domínguez es un autor muy conocido en la radio cubana desde hace más de una década. Sus radionovelas insertas en problemas neurálgicos de la realidad, han acaparado la atención de radioyentes de toda Cuba. Pero la misma obra en televisión no es igual porque la fuerza de la imagen hace que lo que es válido para un medio, no lo sea para otro.

Para la pequeña pantalla lleva escritas dos telenovelas La cara oculta de la lunaBajo el mismo sol. Ambas han demostrado que la televisión cuenta con un guionista que sabe contar historias y hacerlo de tal forma que los diálogos sean pasto para enriquecedores debates sobre nuestra realidad.

¿Cuándo te llamó la atención la radio? ¿Qué hizo que te fijaras en esas voces de rostros que no se veían?

Desde que tengo uso de razón, recuerdo a mi mamá y a mi abuela pendientes de la hora de la novela en la radio. Por aquella época existía una vastísima producción de radionovelas, aventuras, policíacos y unitarios, así como de programas humorísticos de los que “Alegrías de sobremesa” era el insigne y preferido por mi padre. Ya podrás imaginar que, en una época en la que en mi casa no había televisor -somos del campo y del más intrincado, por cierto- aquellas voces que salían del pequeño rectángulo que funcionaba con baterías, inundaba toda la casa y hasta el patio de mis juegos, de manera que, aún sin proponérmelo, seguía las tramas de los diferentes dramatizados que durante todo el día invadían mi vida cotidiana. Por supuesto que nunca me detuve a pensar que ese mundo de imágenes que las voces y sonidos de la radio implantaban en mi mente, creando todo un universo de fantasías con puntos de contacto comunes para todos, era diferente al de cada quien que escuchaba las transmisiones. Pero a decir verdad, jamás me pasó por la mente que un día sería uno de los realizadores de ese mundo magnífico que solo la radio es capaz de crear. Mucho menos podía soñar con que actores y actrices que me seducían con sus voces, un día les darían vida a los personajes creados por mí.

¿Cómo llegas a la radio? ¿Cuál fue tu primer guion?

A la radio llego en el año 1995, por casualidad. Tenía escritos algunos cuentos en narrativa, pero que nunca había mostrado a nadie. Carlos Flores, un buen amigo, supo de la existencia de esos cuentos y me sugirió que se los mostrara a su suegra, la magnífica escritora Nora Mendoza, fallecida recientemente. A Nora le gustaron y como estamos hablando de una etapa en la que la publicación de libros estaba sumamente deprimida, me motivó para que los llevara a Radioarte. Me presentó a los asesores y al director de esa productora. Me entregó, además, un guion escrito por ella para Radioarte, a modo de modelo, y me dio algunas indicaciones. Hice la adaptación de esos cuentos, pero una asesora que los vio me dijo que yo no tenía ninguna posibilidad como escritor, que bien podía dedicarme a vender croquetas en una esquina. Eso me desanimó bastante, pero Nora no cedió y por el contrario me alentó a que continuara.

Me presentó entonces a Isabel Ramírez, que por aquella época asesoraba el espacio de programas históricos en Radioarte, a ella le presenté una serie de cinco capítulos sobre la vida de Tina Modotti, llamada Tina la verdadera. A Isabel le gustó la serie y la grabaron poco tiempo después. Nora me presentó además a Loly Moreira, asesora, escritora y directora de programas dramatizados y que en aquel momento asesoraba los radioteatros. A ella le entregué tres radioteatros que le parecieron muy bien, entre ellos uno titulado La vieja y que ese mismo año ganó una mención en la edición del Premio Caracol. Basada en ese mismo radioteatro, escribí entonces mi primera radionovela: Una casa para Ada, que también ganó mención en el Caracol de ese año y uno de los premios del Festival Nacional de la Radio. Siempre tendré que agradecerle a Nora Mendoza que me abriera las puertas de la radio para que me dejara seducir definitivamente por este medio al que amo tanto. También le agradezco infinitamente a Loly Moreira porque fue la primera que en verdad me enseñó la estructura de un guion para radio y su dramaturgia.

¿Escogiste la radio porque no gustabas de la televisión o porque no pudiste entrar en ella?

En verdad, cuando comencé en la radio ni por la mente me pasaba escribir para la televisión. Me dediqué a estudiar dramaturgia en diferentes cursos, talleres y en cuanta literatura pude conseguir. En 1999, Eduardo Vázquez (el director de televisión) me pidió que le adaptara uno de mis radioteatros: El color de tu sonrisa, así surgió mi primer teleplay que por la aceptación que logró me motivó para continuar. Pero cuando presenté el segundo, los asesores de aquel entonces me lo hicieron trizas y como ya me estaba haciendo de una carrera sólida en la radio y, acostumbrado como estoy al respeto, la ética y la camaradería que caracterizan el trabajo en este medio, pues sencillamente di la espalda y me olvidé de la televisión, hasta que Magda González Grau me llamó a la redacción de dramatizados de la televisión y pude comprobar que había un verdadero interés de renovación en ese departamento. Así surgió La cara oculta de la Luna, como telenovela.

¿Por qué el enfoque de la realidad ha sido una constante en tu obra?

No tengo nada contra las novelas de época, al contrario, soy de los que piensan que es necesario conocer el pasado para comprender el presente y enfrentar el futuro, pero únicamente si el punto de vista, la dramaturgia y la puesta en escena la acercan a la realidad actual. Del mismo modo que con frecuencia vemos telenovelas y radionovelas ubicadas en el contexto actual; pero con un punto de vista bastante añejo, que poco aportan al receptor al que van dirigidas. Por otra parte, vivo en esta sociedad, me tocan muy de cerca, como a todo cubano, sus bondades y sus defectos, por tanto me siento comprometido a trabajar para mis contemporáneos, desde una óptica contemporánea y a través de conflictos que nos son comunes a la mayoría.

¿Me podrías poner algunos ejemplos de asuntos espinosos que has tratado en la radio desde hace más de una década?

En la radio abordar temas de corte social y actuales, sobre todo en Radioarte, es más que una posibilidad, un imperativo, porque sus oyentes están ya acostumbrados a radionovelas de este corte, como las que escribía Norberto Domínguez y Ernesto Daranas, entre otros. Posteriormente Cary Cruz y yo continuamos esta línea hasta dotar al espacio de la Novela Cubana de Radioarte de un sello que la caracteriza por sus temas actuales y su dramaturgia. De tal manera, el abanico de asuntos que hemos abordado ha sido amplio, tanto como la realidad que vive nuestra sociedad y que cambia día a día, así por ejemplo he abordado el tema de la droga (Desde el fondo), el VIH SIDA (Las manchas de la LunaLa cara oculta de la Luna), el alcoholismo (Desde el fondo), el trabajo social que se adentra en los sectores más marginales de la sociedad (Más allá de la esperanza), la pérdida de valores en la lucha por la subsistencia (Sobre ruedas) y pienso que con tantos temas, como aristas voy develando en la sociedad.

¿Crees que todos esos temas podrían ser llevados a la televisión?

Sí, con mucho de buena voluntad y sobre todo con la dosis precisa de honestidad, porque no se trata de criticar por criticar, de que nos tilden de transgresores o de incendiarios, te aseguro que detesto esas opiniones cuando las he escuchado al referirse a mi obra. Mi único objetivo es llamar a la reflexión sobre asuntos que nos afectan a todos, decir que cerrar los ojos a lo que ocurre a nuestro lado, no es la solución a estos problemas, que son parte de nuestra realidad, con los que debemos convivir y a los que debemos combatir, pero a través del diálogo y de llegar a la convicción de que nuestra sociedad es susceptible de ser mejorada. Lo que sucede es que la televisión es un medio que, de tan masivo, se ha convertido en tan participativo que todos quieren verse reflejados en él, pero todos quieren que se haga a través de una imagen “perfecta”. Así el policía, el médico, el maestro, el abogado y todos los demás, no toleran ver a un personaje que cargue con una de estas profesiones que no sea inmaculado y eso no es posible, todos sabemos que los seres humanos estamos muy lejos de ser perfectos. Prefiero que mis personajes no sean ni buenos ni malos, que simplemente sean seres que se equivocan, que optan por soluciones que no son las adecuadas, pero sobre todo apuesto por su inteligencia para enfrentar las consecuencias de sus actos.

La cara oculta de la Luna fue tan polémica que sus ecos llegaron a países europeos, a partir de que un grupo de televidentes consideraba ofensivo el tratamiento de la bisexualidad en la TV, y numerosos  homosexuales la consideraban homofóbica, ¿sucederá lo mismo con “Casa de cristal”?, ¿qué ha pasado hasta ahora con los televidentes que dialogan contigo?

Creo que el impacto de La cara oculta de la Luna, en buena medida, estuvo determinado porque nunca antes en una telenovela se había tratado el tema de la bisexualidad ni el de la homosexualidad. Las opiniones que generó lo demuestran. Creo que con “Casa de cristal” ya el camino está abierto y he observado mucha más tolerancia, aunque no aceptación, pero como quiera que sea se trata de un paso que considero importante. Sobre todo porque el cubano puede convivir puerta con puerta con un homosexual (hombre o mujer) y hasta llevarse bien con él, del mismo modo que acepta este tema en un dramatizado extranjero, pero cuando lo ve en una producción cubana es como si le pusieran el dedo en la llaga. Pero si con esto conseguimos generar el debate sano e inteligente, bien vale la pena la avalancha que se nos viene encima. Para mi sorpresa, la homosexual de Casa de cristal ha conseguido la empatía de muchísimas personas que se han solidarizado con ella y con el personaje de su madre.

¿Por qué la novela la estructuraste en tres partes, fue una necesidad productiva o una decisión artística?

Fue por una necesidad de la producción que la novela se desmembró en tres temporadas. Sin embargo, me alegró haber tomado esta decisión porque de esta manera pude reforzar, a través de las diferentes subtramas, el punto de vista de cada temporada.

Desgraciadamente existen muchos prejuicios con los expresidiarios, ¿cómo estudiaste esa situación en particular?, ¿pudiste hablar con mujeres presas o que acababan de salir de la cárcel?

Sentarse a escribir un guion es relativamente fácil. Lo difícil y extenuante es el proceso de investigación, sobre todo en temas tan escabrosos como el de la reinserción de los expresidiarios. Tuve que indagar por mi cuenta con varias mujeres que estuvieron presas en la prisión de Occidente y luego en la Dirección Nacional de Prisiones que nos facilitó el acceso al penal y a otras prisiones de menores, así como toda la asesoría sobre el tratamiento que se le da a la población penal. También fue importante la investigación que hicimos sobre la llamada Operación Peter Pan.

¿Por qué el tema de la soledad?

Porque es mucho más frecuente que lo que nadie puede imaginar. Sobre todo porque en esta temporada lo abordamos desde un punto de vista más amplio, así veremos a personajes que se sienten solos en medio de un núcleo familiar numeroso y con una vida laboral activa, tanto como el anciano condenado a vivir en absoluta soledad.

¿Y el desarraigo?

En esta temporada el desarraigo está dado tanto desde el punto de vista del éxodo voluntario, como del impuesto, en personajes que no olvidan sus raíces y anhelan reencontrarlas. Pero en todos los casos el tema está tratado desde la perspectiva de la familia y de la necesidad de tomar conciencia sobre la importancia de esta en el desarrollo del ser humano y de la sociedad, en el sentido más general. Discúlpame las respuestas escuetas tanto en esta como en la anterior pregunta, pero es que estas temporadas todavía no han salido al aire y no quiero vender la trama, ni prejuiciar a los televidentes para que sean ellos quienes encuentren las motivaciones de los personajes y el mensaje que intentamos transmitirles.

El reconocido teórico y director mexicano  Dr. Miguel Sabido, considerado,  impulsor de series de entretenimiento con beneficio social -conocidas también como “telenovelas pro desarrollo”- dice que el fin de estas propuestas es que “la televisión comercial tuviera un beneficio social a través de las telenovelas, justamente un producto que está dentro de las casas de aquellos que más necesitan informarse”. Aunque la nuestra no es comercial sino de bien público, ¿qué piensas de esta afirmación? ¿Acaso en ti coexisten coherentemente  intereses de orden sociológico con propuestas estéticas novedosas?

Aunque es cierto que nuestra televisión no se atiene a las reglas del comercio, ni nuestros productos tienen muchas posibilidades de competir en el mercado internacional, lo cierto es que no se puede olvidar la función primaria de la televisión y mucho menos en el caso específico de la telenovela. Ahora, comercial o no, no creo que la telenovela tenga que ser tonta, banal o frívola para seducir. Es cierto que es dueña de códigos que si no se respetan pueden dar al traste con la obra, pero depende en buena medida del talento y de las intenciones de los artistas y productores que intervienen en ella. En cuanto al papel social de la telenovela, creo que es el vehículo idóneo para transmitir cualquier mensaje. De hecho, las telenovelas que tanto criticamos no son nada “tontas”, en cuanto implantan un modelo en sus fanáticos. Lo que sí defiendo a toda costa es que no olvidemos que estamos hablando de una “telenovela” que el público espera por determinados resortes para fijar su atención, a partir de ahí es la creatividad la que no tiene límites a la hora de decir. Y sí, creo que en mi obra procuro respetar esos códigos, pero con aires que renueven el lenguaje que uso y así poder transmitir un mensaje que llegue a mover a la reflexión.

Luego de estas dos experiencias televisivas, ¿en cual medio es más fácil para el guionista adentrarse en asuntos peliagudos?

Sin duda, y por todo lo que te he expresado hasta aquí, en la radio es donde más cómodo me siento a la hora de exponer estos asuntos. No solo porque hay menor censura, sino porque al crear un mundo a través del sonido nada más, podemos ser más directos. Para ilustrártelo te pongo un ejemplo: en La cara oculta de la Luna para la radio, hay una escena en la que Mario y Yassel están sentados en la cama, desnudos. En la radio esta escena fue aceptada sin mucho revuelo, ¿te imaginas qué hubiera sucedido si lo hago en televisión, con el poder que tiene la imagen?

¿Por qué tales temas tienen una mayor repercusión social cuando se reflejan en la TV que cuando lo hacen en la radio?

Por lo participativa que es la televisión, por el tremendo poder de convocatoria que representa, por la fuerza que tiene la imagen, por las posibilidades expresivas del medio, porque la telenovela cubana es objeto de debate en los centros de trabajo, entre vecinos, en las colas, en las paradas de los ómnibus… y cuanto más fuertes sean los temas que se aborden, más encendidos resultarán estos debates. La crítica dedica buenos espacios en los medios de difusión a las telenovelas, no así a las radionovelas. La radio tiene un público bien determinado por sus características y su tradición, pero el de la televisión es mucho más amplio y diverso, en el que generalmente está incluido también el de la radio.

¿En qué proyectos estás metido ahora?, ¿no hay algún sueño con el cine?

Después de Bajo el mismo Sol, tengo en plan cinco teleplays que me han solicitado igual número de directores. Pero prefiero descansar un poco de las teleseries, espero que en ese lapso cambie en algo la política de la televisión en cuanto a la producción y a la libertad que les otorgan a los directores para desmantelar el guion que con tanto esfuerzo construimos los guionistas. Entre tanto estoy escribiendo para la radio una novela que me apasiona y que había postergado durante demasiado tiempo: El Isleño, en la que se cuenta la vida de un emigrante canario a principios del siglo pasado y con él la formación de eso a lo que llamamos cubanía y que tan ricas historias aporta sin cesar a nuestra actualidad.

En cuanto al cine, es un sueño que espero realizar. De hecho escribí un guion basado en La cara oculta de la Luna, para un director español y recibí consideraciones muy favorables de los productores del canal Antena 3 de España, pero el proyecto está estancado en espera de completar el presupuesto y a decir verdad, no creo que llegue a materializarse. De cualquier manera valió la experiencia para adentrarme en los códigos de un medio que también es capaz de seducir a cualquier creador y espero que un día me llegue la oportunidad de escribir una película que llegue a la pantalla.

(Tomado de La Jiribilla)

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