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A mi Entender

Fidel y la brigada “Moto Méndez”: “La felicidad de hacer el bien”

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Fidel con el viceministro de Salud Pública, Roberto González Martín.

Tomado de CubaDebate

Foto: Roberto Chile

Decía Cintio Vitier que “las esencias se intuyen y se disfrutan, no se analizan”. Y es posible entender esa lógica frente al hecho, difícil de razonar con frialdad, de la Brigada Solidaria “Moto Méndez”, que lleva el nombre de un guerrillero boliviano del Siglo XIX e involucra a genetistas, neuropediatras, neurofisioterapeutas, otorrinolaringólogos, defectólogos y psicólogos, que realizan una tarea de diagnóstico y posterior tratamiento de discapacitados.

Procedentes de Bolivia, 213 brigadistas regresaron en la noche de este martes a La Habana y los recibió el Comandante en Jefe Fidel Castro en el Aeropuerto Internacional “José Martí”.

¿Podría imponerse el frío razonamiento al dato de las más de 3 millones de casas visitadas en cuatro países, al de las aldeas descubiertas -solo en Bolivia fueron 101, que ni siquiera estaban en los mapas- y sobre todo, al millón de personas discapacitadas atendidas? Para que se tenga una idea: 3 millones de viviendas son casi tantas como las que existen en toda Cuba. Un millón de discapacitados supone el dolor multiplicado exponencialmente, pero también, atención y alivio multiplicados por cifras millonarias, matemática de lo cualitativo.

“Ustedes se han enfrentado a casos verdaderamente severos, como los de seres humanos que nacen ciegos y sordomudos y no han visto nunca un rayo de luz, ni han escuchado un sonido. Es decir, no han tenido contacto con la vida a pesar de haber nacido, y bastan esos dos simples elementos para sentirse felices, cantar y comunicarse con los demás, sencillamente, vivir”, les diría Fidel, quien leyó de pie y con voz vibrante, su “Mensaje a internacionalistas que regresan de Bolivia”.

En la salita de espera de la terminal aérea, Odalys Bravo, la jefa de la Brigada recién llegada, narró con palabras emocionadas la hazaña de los especialistas, que se enfrentaron a las duras condiciones del altiplano, con temperaturas que muchas veces bajaban de cero grado centígrados y en montañas que en ocasiones superaban los 6 000 metros sobre el nivel del mar. En ninguna circunstancia dejaron de hacer su trabajo. “Recorrimos los 9 departamentos, las 112 provincias, los 127 municipios y llegamos a 101 comunidades que no aparecían registradas en el mapa geográfico del país…”

Pudieron reconocer a 82 087 bolivianos con discapacidad. Ofrecieron más de 10 000 consultas de genética clínica, en una nación que cuenta solo con dos genetistas en el sistema de la sanidad pública. A su vez, los neuropediatras, neurofisioterapeutas, otorrinolaringólogos, defectólogos y psicólogos dieron más de 15 000 consultas.

Roberto González Martín, viceministro de Salud cubano, contextualizó esa ayuda, “un aporte concreto a la paz”, enfatizó. No solo se han beneficiado las familias bolivianas, sino las de Venezuela, Ecuador y Nicaragua. Sumando la ayuda internacionalista a estos países, en 9 meses “se han visitado más de 3 329 000 casas y cerca de un millón de discapacitados, a quienes se les pudo llegar, a quienes se les pudo diagnosticar. Ellos recibieron la mano de nuestros compañeros y se sintieron personas en este mundo”.

“Las personas que ustedes atienden, portadores de una gama de sufrimientos, los retribuyen a ustedes con la felicidad de hacer el bien, algo que no se compra con todo el oro del mundo”, les diría Fidel poco después de anunciar que había firmado cada ejemplar de los 213 libros de La victoria estratégica que recibiría igual cantidad de brigadistas llegados de Bolivia. Ellos estarán en la Isla solo dos semanas, tiempo justo para unas vacaciones antes de partir a Ecuador.

No solo puso su firma en una de las primeras páginas, exactamente la que reproduce el símbolo rojo y negro del Movimiento 26 de Julio -organización que condujo al Triunfo de la Revolución del Primero de Enero de 1959. Escribió el nombre de cada uno de los brigadistas y la fecha en que llegaron a La Habana, el 17 de agosto de 2010. Hubo un murmullo en la sala cuando él dio la noticia. “¿Cuántas horas le dedicó, pobrecito?”, dijo una muchacha a mi derecha. “Muchas, seguro”, respondió otra. “Pues yo creo que con ese libro no me va a hacer falta el abrigo, aunque vayamos al Polo Norte”, terció un joven doctor, que hacía lo imposible para contener las lágrimas.

Fue un acto intenso. Duró apenas 24 minutos, pero difícilmente lo olvidarán los que lo vivieron. Estaba allí el Comandante en Jefe de verdeolivo, con un mensaje donde se apretaban esas esencias que “se intuyen y se disfrutan”, y que trascienden la tarea de la Brigada “Moto Méndez”. Esencias ligadas a la “felicidad de hacer el bien”, la humanísima tabla de salvación que propone Fidel a un mundo en las vísperas de su probable naufragio.

Mensaje a internacionalistas que regresan de Bolivia

Queridos combatientes por la salud de las personas que nacen con la capacidad disminuida:

Ayer firmé los 213 libros “Por todos los caminos de la Sierra: La victoria estratégica”, con la fecha de hoy, en que ustedes regresan a la Patria para un breve descanso.

Ustedes se han enfrentado a casos verdaderamente severos, como los de seres humanos que nacen ciegos y sordomudos y no han visto nunca un rayo de luz, ni han escuchado un sonido. Es decir, no han tenido contacto con la vida a pesar de haber nacido, y bastan esos dos simples elementos para sentirse felices, cantar y comunicarse con los demás, sencillamente, vivir.

Las personas que ustedes atienden, portadores de una gama de sufrimientos, los retribuyen a ustedes con la felicidad de hacer el bien, algo que no se compra con todo el oro del mundo. Ello demuestra que el ser humano, por encima de sus instintos, es capaz de convertirse en símbolo de la generosidad y el bien.

Nadie podría explicarse de otra forma el incansable batallar de ustedes, enfrentándose al calor, la lluvia y los peligros; atravesando bosques y pantanos; desafiando el frío y las nieves de empinadas montañas, para ayudar a esos seres que no podrían prescindir de ustedes, como hoy ustedes no pueden prescindir ya de ellos.

Dentro de dos semanas partirán de nuevo, esta vez no desde la tierra donde cayó el guerrillero heroico hacia Cuba como batallón de refuerzo, sino desde Cuba hacia Ecuador, donde desde hace muchos meses, otros compatriotas están enfrascados en la misma batalla, junto a médicos de aquel hermano país.

Nuestra fuerza, que llevó la felicidad a cerca de 800 mil personas en Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua, no es más que una brizna de lo que puede hacerse por los pueblos de este hemisferio y el resto del mundo sin cobrar por ello un solo centavo. Lo más importante es el ejemplo que han legado a los jóvenes que junto a ustedes, han comenzado a realizar esa tarea en el seno de su pueblo y en otros países.

En toda su historia el imperio no ha sido capaz, ni podría jamás hacer lo mismo, con el 1% de esta cifra. ¿Para qué sirve tal sistema?

Es por ello que con tanto gusto y tan fraternalmente, suscribí mi firma junto al nombre y los apellidos de cada uno de ustedes.

¡Hasta la victoria siempre!

Fidel Castro Ruz

Agosto 17 de 2010

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